4 Básicos de la Salud Mental

SERVICIO Y MANTENIMIENTO

Escuchar a nuestro cuerpo es algo que cada vez hacemos menos en este mundo actual. Vivimos en una vorágine que nos impide detenernos a revisar cómo está nuestra salud física.

Al igual que un automóvil, necesitamos revisarnos periódicamente para comprobar si estamos funcionando bien. Esa es la base para nuestro  bienestar.

¿Duermes de 7 a 8 horas diarias?, ¿Realizas 5 comidas al día?, ¿Desayunas de forma balanceada? O más bien, ¿Desayunas?, ¿Con qué frecuencia consumes alcohol?, ¿Fumas?

Haz un alto y honestamente revisa qué aspecto de tu bienestar físico deseas mejorar.

REVISA TU HISTORIA Y AVANZA:

“Infancia es destino”… afirmaba el psicólogo Santiago Ramírez. Y aunque es difícil que sólo nuestra niñez nos determine,  todas las experiencias que vamos acumulando (sobre todo las más tempranas) influyen en nuestro presente.

Estar consciente de aquellos eventos que tal vez impactaron en nuestra persona y aún no están resueltos, nos invita a detenernos, subsanarlos y continuar con nuestra vida. Todo aquello que no resolvemos, busca una salida… y en diversas ocasiones lo intentamos solucionar de forma inconsciente con las personas más importantes de nuestra vida: pareja, hijos, etc. Por lo tanto, algo que ya está en el pasado, se convierte en un conflicto presente

La aceptación auténtica de nuestra historia personal, a diferencia de la resignación, nos permite asumir, perdonar, perdonarnos y pasar la página… para dar cabida a nuevas experiencias.

CONÓCETE Y ACÉPTATE:

¿Puedes cerrar los ojos y mirar tu rostro? ¿Puedes ahora cerrarlos y mirar el rostro de alguna persona cercana a ti, como tu padre, madre o pareja?… ¿Qué fue más fácil?…

Siempre será más fácil mirar a los demás y dar opiniones o tener juicios sobre ellos, que tenerlos sobre nosotros mismos. A veces nos sobreestimamos, sin reconocer nuestros errores o defectos. O en el otro extremo: nos sentimos sin valor o poco merecedores de las cosas buenas que la vida nos presenta.

Mirar hacia adentro de nosotros mismos implica silencio y reflexión, honestidad y humildad. Lo que nos permite ver tanto lo valiosos que somos, como reconocer nuestros propios límites.

Si me conozco realmente, puedo aceptar quién soy.

HABLA SOBRE TUS EMOCIONES:

Hablar de lo que sentimos, es mucho menos común que hablar de lo que pensamos. “¿Cómo estás?” nos preguntan, y automáticamente respondemos: “bien”, con poca o nula consciencia de lo que nos pasa.

Culturalmente tampoco es bien visto enojarse o estar triste… Frases como “El que se enoja pierde” o “No llores, no vale la pena” son de lo más común.

¿Qué hacemos entonces con nuestras emociones?… Frecuentemente las callamos, nos las tragamos o las vomitamos a quien se nos ponga enfrente.

Recordemos que no existen emociones buenas o malas, simplemente son parte natural de todo ser humano. Lo que puede ser positivo o negativo es lo que hacemos con ellas después de que llegan a nosotros. Manejarlas no quiere decir oprimirlas; sino conocerlas, nombrarlas y elegir qué hacer con ellas. Gestionar nuestras emociones tiene que ver con hablar de ellas de forma asertiva, con la persona indicada, en el momento adecuado.

Cuando nos damos cuenta de que existe en nosotros una incapacidad para llevar a cabo esta gestión emocional, es importante buscar ayuda profesional.